domingo, octubre 22, 2006

Muchos nombres para la salud


Muchos nombres para la salud

Quiero comenzar este blog hablando de los múltiples nombres con que se ha llamado a la medicina que no forma parte de las escuelas universitarias, los centros de salud o las leyes de los más variados países.
Se la llama integrativa, alternativa, complementaria, tradicional, holística... y la lista sigue.
Sin embargo, estamos metiendo en una misma bolsa a muchas formas de acercarse a la salud, a las terapias y tratamientos y, sobre todo, a los pacientes.
Se ha llamado "medicina integrativa" a un intento de relacionar y hacer funcionar en conjunto a las medicinas convencionales con las que no lo son. Sin embargo, en la medida en que tanto el nombre como el intento de vincularlas ha provenido de los médicos, ha derivado muchas veces en un intento de hacer que lo que no es científico lo sea, o al menos lo parezca. Someter todo a pruebas de doble ciego con control de placebo, a investigación científica en todos sus estadios, a una metodología y un fundamento basado en evidencia no es la solución. O al menos no puede ser la solución definitiva.
¿Qué pasaría si, desde la otra acera, a la medicina convencional se le exigiera ser holística?
Un segundo nombre, más conocido por el público que el anterior, es el de "medicina alternativa". Pero hablar de alternativas implica hablar de elección y también de exclusión. Las personas, en este formato, eligen una opción y descartan las restantes. Eso no parece válido, sobre todo en enfermedades con riesgo vital, en las degenerativas y en las crónicas. La lógica es que los pacientes -personas- busquen y prueben todas las opciones de mejoría que se les presenten de manera seria y lógica.
Además, en los diversos comentarios que se escucha en defensa u oposición a la medicina alternativa, el único reclamo son las posibilidades de intoxicación, interacciones medicamentosas y sobredosis. Nadie se da cuenta de que cualquier medicamento e incluso muchos alimentos presentan los mismos riesgos, y no son considerados como alternativos. La posibilidad de intoxicación se vence mejorando la manufactura y los controles sanitarios; las interacciones se resuelven con investigación y prescripción especializada; y el riesgo de sobredosis se evita prescribiendo dosificaciones adecuadas. Al final, se trata de que, quien sepa prescriba, y quien no, calle o derive. Pero los médicos no han estudiado fitofarmacología ni terapias complementaria y ¿estarán dispuestos a asumir que ese no es su campo de prescripción?
Al final, creo que la medicina no puede basarse en teorías de exclusión de alternativas o por alternativas, sino en inclusión. Y si sabemos que los riesgos son puntuales y controlables, dediquemos esfuerzos a lograrlo. Así, no existe la medicina alternativa.
El tercer nombre, el de "medicina complementaria" es casi un antónimo del anterior, pues su nombre ya indica la posibilidad de complementar y usar en conjunto diversas opciones. Eso es lo que hace la gente, los pacientes, y los especialistas debieramos aprender de ellos, o al menos satisfacer sus demandas, relagando muchas veces nuestros propios egos.
Un paciente que recurre a medicina convencional para una patología, y que además consume medicina herbaria -fitoterapia-, recibe sesiones de Reiki y es tratado con acupuntura, tiene un mayor y mejor probabilidad de recuperarse. El problema es que cuando esto se produce, el médico agradece a su ciencia, el herbolario a sus hierbas, el terapeuta de Reiki a la energía y el médico chino a sus agujas... y nadie se da cuenta de que al paciente no le importa qué fue lo que lo curó, -asume que fue la suma de todo- y lo que agradece es estar sano.
La "medicina tradicional" es simplemente aquella que cuenta con una tradición, sea ésta de origen étnico, social, cultural o cualquier otro. Normalmente son sistemas completos de explicación, filosofía y tratamiento en salud, pero es obvio que no son sinónimas o equivalentes a las anteriores. Simplemente son tradicionales.
Y al final, la llamada "medicina holística". Holístico tiene que ver con sagrado o divino, y siempre me ha hecho pensar en aquello que no se puede probar más allá de la constatación de su existencia o, en este caso, de sus resultados. Una parte de mi mente (la que es científica) se rebela contra esto. Pero al final, por una parte, son pocos los que están en condiciones de definir "holístico", y los que pueden, dicen que se trata de la medicina que no disocia la mente del cuerpo y trata al paciente de forma integral.
Y nuevamente, eso no es sinónimo de complementario, de tradicional, de integrativo ni de alternativo. Hay grandes áreas de estas medicinas, como la homeopatía o el Feldenkrais que por definición no son holísticos, sino focales.
Al final, me quedo con la definición de "medicina complementaria", más incluyente y beneficiosa para los pacientes -que cuentan con múltiples opciones ante una enfermedad-, y también para los especialistas -que con esto tenemos cierta certeza de que podemos derivar a otros las patologías que con nuestro saber no remiten y siguen alterando la vida de nuestros pacientes.